"El talento se puede considerar como un potencial. Lo es en el sentido de que una persona dispone de una serie de características o aptitudes que pueden llegar a desarrollarse en función de diversas variables que se pueda encontrar en su desempeño." -Wikipedia-
Mucho se ha escrito sobre el concepto "talento". Y digo concepto porque, a pesar de lo mucho que se habla de él como un hecho palpable, para mí no es más que eso.
A lo largo de mis años de experiencia, tanto profesional como formativa, he oído miles de veces esta palabra. La gran mayoría de las veces se usaba para definir una mera opinión o gusto particular. Su uso no discrimina entre razas, niveles sociales y culturales, y, como no, profesionales; entre eruditos e iletrados.
Más allá de su concepto base de potencialidad, el talento se ha convertido en un mito o don divino del que muy pocas personas cuentan -afortunados elegidos- entre sus aptitudes. No obstante, y paradójicamente, en función al éxito obtenido, hay sujetos que son marcados con ese sello desde que conectan con la masa social. Así, la simpatía y el atractivo se tornan factores altamente eficaces para poder recibir tan deseado apelativo.
El arte, siguiendo con la aplicación del concepto, es dependiente del espectador, oyente o, en definitiva, del receptor. El artista se expresa y el receptor valora, la mayoría de las veces, el resultado.
Y ahí está el quid de la cuestión para mí. ¿Es el arte un resultado? Evidentemente, en gran parte, lo es. Aunque, ¿dónde queda el proceso? ¿Son la eficacia, efectividad y eficiencia -relación entre resultado, energía, recursos, impacto y tiempo invertido- determinantes en esta ecuación? ¿Cuál es la cuota de responsabilidad que soporta el trabajo, el compromiso y dedicación con lo expresado y plasmado artísticamente? Disociar e independizar todos estos factores -entre otros tantos a tener en cuenta-, a la hora de usar este concepto, hace que esta potencialidad se devalúe al nivel de una mera sensación subjetiva del espectador.
Por consiguiente, ¿el talento se tiene o se obtiene? ¿Cómo podemos saber, entonces, si lo tenemos como artistas o a quién darlo como espectadores?
Para mí, el talento es la medida de la pasión, trabajo, compromiso y mejora constante que uno tiene con lo que hace.
Lo demás me resulta una mera opinión o un vano intento de jugar a ser dioses determinando quién es merecedor o no de tan deseada medalla.